ANNA CASUCCI

WhatsApp Image 2020-06-14 at 21.22.15Si vuelvo con la mente al 21 de febrero, me parece que no pasaron 3 meses, si no 3 años.

Me siento (como todos nosotros) profundamente cambiada… como suspendida…Es como se hubiese vivido cada evento sin experimentarlo.

El 21 de febrero estábamos en el pueblo, en Umbría, para hacer unas obras en la casa. Todo parecía muy lejos y con los obreros dijimos: “No vendrá aquí, lo detendrán en Milán”.

¡Al revés, llegó también a hí! ¡Y se sintió porque en el pueblo hizo un cierto número de víctimas!

Al regreso a Roma, el 10 de marzo comienza el aislamiento para todos. Los médicos de nuestra familia están muy alarmados, aconsejan a los 9 nietos que no salgan, que no se reúnan…

La ansiedad comienza a crecer para los hijos. Marta está con su marido en Florencia, y en enseguida se entiende que tendrán problemas económicos; se quedan sin trabajo y para pagar el alquiler se lanzan a trabajar con las entregas a domicilio. Como padres estamos orgullosos de su optimismo y espíritu de adaptación, pero nos preguntamos: ¿qué futuro les espera?

Mariana, que vive sola, decide volver a casa con nosotros para estar más cerca nuestro, ya que estamos solos, porque Luca está en Madagascar como voluntario de Educadores sin Fronteras y estamos contentos de que esté a salvo allí donde no ha llegado Covid.

Cuando regrese en junio, todo habrá terminado, pensamos.

En cambio, el domingo 15 de marzo llega una video llamada, con las hermanas incluidas,

y nos pide consejo sobre qué hacer. Cierran el país y tienen 48 horas para salir.

No sabemos qué decir, pero entonces el mismo Organismo con el que se fue, decide por todos: el vuelo de regreso está reservado, con llegada el 18 por la mañana a Roma.

Surge una increíble preocupación: el viaje, el avión que podría no salir, cómo ir a buscarlo, ¿dónde llevarlo, ¿dónde aislarlo?

Las noticias que conseguimos son todavía confusas y sólo mientras está viajando llegan disposiciones ministeriales más precisas para todos los chicos italianos que vuelven de todo el mundo:

En el aeropuerto se les espera fuera con guantes y máscaras, sólo una persona en el coche, movimiento permitido Fiumicino-Domicilio, luego 14 días de aislamiento. ¿Pero cómo se hace este aislamiento en 4 personas en 60 metros cuadrados?  Tal vez sería mejor dejarlo en otro lugar. ¿Quizás sería mejor para la hermana volver a su casa?

Pero, ¿cómo es posible acoger a un muchacho que ya está triste por haber sido “arrancado” de una experiencia tan importante sin haber tenido la oportunidad de despedirse y terminar su trabajo?

Todos decidimos quedarnos en casa con él, la cuarentena se hará todos juntos y por responsabilidad social ninguno de los 4 saldrá. (los amigos dejarán las compras en la puerta)

¡¡Al menos estaremos juntos y lo abrazaremos con los ojos!!

Esos 14 días fueron muy duros, espacios pequeños, él en la habitación, maletas fuera de la puerta para ser desinfectadas, historias africanas escuchadas desde la puerta, marido encerrado en su habitación para trabajar duro con la computadora, hija en el comedor para hacer la conexión para la escuela (ella es una maestra).

Mi vida diaria está completamente destrozada… Incluso rezar es imposible.

Para molestar lo menos posible al resto de la familia, paso mi tiempo en el baño (desinfectado 4 veces al día) llevando costura y teléfono móvil. Creo que he enviado cientos de mensajes para que todos se sientan cerca de mí y que todos sientan que no están solos…

Desde el baño dimos forma a la caridad: organizado la recaudación de vales de compra, coordinados la solidaridad de los vecinos, seguimos asegurando por lo menos un refuerzo a las personas en situación de calle, presentes del barrio. Ayudado  a los que, por si sólo, no lograban rellenar los formularios online para recibir los bonos.

¡El 1 de abril (fin del aislamiento) celebramos un “día de abrazo” en familia y pudimos finalmente sentarnos todos juntos en el sofá, para una foto que expresara a Luca la bienvenida de su regreso!!

El 16 de abril el nacimiento de Irene nos da un “soplo de normalidad”: dos jóvenes padres, ambos procedentes de Puglia (departamento de Giovanni), están solos en Roma para gestionar este nacimiento en un momento especial con una niña de 3 años en casa. Me mudo a su casa por tres días permitiendo que el padre se quede con la madre y la bebé en el hospital. La niña más grande se queda conmigo. Es buena y obediente, pero por la noche para dormir… Sólo un abrazo puede consolarla y… ¡dormimos en el sofá! (sin importarnos del “virus feo”)

Ahora lentamente, se vuelves a salir y me pregunto:

¿He “vivido” durante este tiempo? ¿He perdido el tiempo? ¿He fortalecido o debilitado mi fe?

No sé…

De seguro he aprendido muchas cosas: que todo es precario, que nada se da por descontado, que lo que tengo es precioso, que la gente es más buena de lo que parece, que los jóvenes tienen más recursos de lo que pensamos, que poder ir a misa es más hermoso de lo que yo percibía, que con mi marido debemos amarnos por lo que somos, que Dios está siempre y en todo caso con nosotros.

Creo que también aprendí a prepararme para morir.

No tengo ni idea de cómo será el mañana, todo parece difícil y preocupante. Pero hoy es 18 de mayo y sé que “mi papa Wojtyla” pensará en todos nosotros.

Anna

CRISTINA J.

 Cuando sea más grande, seré médico. Este deseo siempre ha estado en mi corazón y Dios en su PrWhatsApp-Image-2020-06-14-at-18.32.26ovidencia lo ha hecho realidad. Y es una cosa seria: cuando eres médico, siempre eres médico. La Divina Providencia me ha dado la gracia de asistir a tantos enfermos que han sido infectados por este extraño y nuevo ser vivo tan pequeño, tan invisible que está en todas partes en este mundo global.

Cuando regresé de Roma el 4 de marzo, no sabía que lo que ya estaba sucediendo en la zona roja del norte de Italia sucedería en Madrid unos días después. Nosotros, que sabemos tanto sobre tantas cosas, descubrimos que no sabíamos nada sobre este COVID, por lo menos al principio de esta pandemia. A pesar de esta ignorancia, pero con la sugerencia de la prudencia, decidí quedarme en casa durante catorce días después de haber estado en contacto con tanta gente durante mi viaje a Italia para participar del encuentro del Instituto COMI. Este aislamiento fue realmente una preparación para la misión que Dios me estaba pidiendo.

Desde unos meses había decidido dejar mi trabajo como médico en el centro de ancianos de las Hermanas en Pozuelo para preparar un examen, a finales de enero, a fin de obtener mi especialización médica. Habiendo pasado el examen estaba esperando la entrada al hospital, pero en estado de alarma todo se detuvo. Así, estaba en mi casa, en mi living, pasando el tiempo de la cuarentena y vi en la televisión el sufrimiento de tantos enfermos, el esfuerzo de mis colegas, el cansancio de tantos acantos a los enfermos, las incertidumbres de los llamados expertos, las inseguridades de tantos hijos de ancianos hospitalizados, la soledad de tantos ancianos en asilos, y la oración de Isaías nace en mi corazón: “Aquí estoy, envíame”. Hablé con mi director espiritual y también con mi formadora COMI para encontrar la luz y la fuerza para decir sí en este camino, nuevo para mí, de consagración secular dentro del mundo, y el mundo en ese momento era COVID.

Una colega, que trabajaba en un centro público para ancianos, me llamó para decirme que estaba en casa enferma por el coronavirus, y me dijo que necesitaban un médico en su centro de 500 ancianos donde sólo quedaba uno de sus colegas porque los demás se habían infectado. El primer día, cuando entré en la zona que llamamos “sucia” donde había ancianos que sospechaban infectados de COVID, en cuanto entré por la puerta con mi traje de astronauta para protegerme, hice la señal de la cruz, e hice esta pequeña súplica: Voy contigo, Jesús, tómame con tu mano, Jesús. María, dame la fuerza para estar en la cruz de tu Hijo, en las cruces de tus hijos.

Era consciente de que iba entrando en un avispero, venía con mis miedos, con mi deseo de echar una mano y sobre todo de estar con ellos. Pude estrechar la mano y dar consuelo a muchos moribundos, susurrando un Ave María y pidiendo misericordia a Dios, para ellos y para todos nosotros. Intenté dar una palabra de esperanza, de coraje a los que luchaban con todas sus fuerzas, a veces con más de cien años, para seguir adelante en la aventura de la vida. Le pedí al Espíritu sus palabras para comunicar por teléfono a los hijos de los pacientes que su padre o su madre ya no estaban allí. Y cuando llegaba a casa, muchas veces, me venían al corazón las palabras del Salmo: “Él te librará de la esclavitud del cazador, de la plaga que te destruye… Su fidelidad será tu escudo y tu armadura, no temerás los terrores de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la plaga que vaga en la oscuridad”.

Tengo muchas cosas en mi corazón y sólo con la luz de la gracia de Dios podré entender cómo he sido testigo de su salvación para muchos, tanto en la vida como en la muerte. No puedo encontrar más palabras, porque podrían disminuir  la trascendencia de esta experiencia de gracia. Pero debo agradecer a Dios que todavía estoy sana. Debo agradecer a tantos hermanos y hermanas que nos han apoyado, a mí y a muchos otros, con la oración y su ofrenda. No soy un héroe, ni siquiera un superhéroe. Sólo yo he intentado y tratado cada día, mientras trabajaba allí, de ser la nueva María de Nazaret, en este nuestro arriesgado, precioso y nuevo Nazaret, donde tenemos que acostumbrarnos a vivir y proclamar a Jesús vivo y resucitado.

Cristina

MIMMINA P.

NO TE DETENGAS, EL NUEVO NOS ESTÁ ESPERANDO

Llegó de repente… no lo conocíamos, su nombre… COVID19.

Las palabras del evangelio vinieron inmediatamente a mi mente: “Velad, porque no sabéis ni el día ni la hora”. Así que estén atentos, vivan plena y activamente, y esto… estando en cuarentena. Me pregunté cómo vivir en plenitud este tiempo de coronavirus consagrado y misionero… y allí otra palabra “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón”. Viviendo sola, me pareció como si Dios quisiera llamarme a parte para volver a entrar en Él, para hacer nuevo el diálogo entre los dos, y para hacerme una nueva criatura, y esto ha supuesto y supone mucho trabajo tanto para mí como seguramente también para Dios. La pandemia, además, me llegó en un momento en que mi salud no estaba al máximo, y esto me hizo descubrir el mensaje para mí… Te estoy deteniendo también porque necesitas recuperar fuerzas incluso físicamente.

Todos nos detuvimos, encerrados en la casa, pero la vida no se detuvo, mi crecimiento espiritual y humano, no se detuvo mi elección misionera, mi ser Comi, mis relaciones, mi apostolado, mi testimonio, mi compromiso profesional.

Así que estoy experimentando una nueva forma de enseñanza, no sólo porque existe la Educación a Distancia (DD) y me reúno con los estudiantes y colegas en la plataforma, sino porque sentí que como profesor tenía que “dar razón de la esperanza que hay en mí”, para transmitir alegría, esperanza, positividad a mis alumnos, tenía que animarlos, estimularlos, escucharlos… Hoy puedo decir que nos hemos conocido más a pesar de las muchas y grandes limitaciones y dificultades de la DD. Con algunas clases antes de las vacaciones de Pascua intercambiamos saludos comiendo juntos dulces, galletas y nutella… Me pareció importante vivir esta nueva forma de hacer escuela aliviando los miedos, las ansiedades, haciéndonos entender la belleza de estas nuevas lecciones en video para casi hacernos desearlas. Luego, como coordinadora de la clase, experimenté la creatividad de esta tarea vivida a distancia y me sentí con los padres mucho más que en la escuela, resolviendo algunos casos difíciles.

La vida ni siquiera se detuvo por mi servicio eclesiástico como responsable del CIIS en la región de Sicilia. Después de un primer momento de reflexión, suspensión y espera, sobre todo para dar espacio y prioridad al compromiso profesional, empezamos a reprogramar la vida para construir nuevos caminos. Así que ya hemos establecido una reunión en línea como Consejo y el Espíritu Santo, que es un experto en nueva vida, ya nos ha dado sugerencias para caminar juntos, aunque sea a distancia, durante el verano.

El coronavirus no ha detenido mi vida, al contrario, la ha hecho aún más plena, me ha obligado a hacer saltos mortales, a aprender rápidamente nuevas tecnologías, a vivir mi secularidad al máximo, a poner en marcha la creatividad, a vivir la obediencia al Estado y a la Iglesia, a vivir nuevos aspectos de la pobreza, a enriquecer mi voto de castidad revitalizando mi relación con Dios y con muchos hermanos y a expresar mi amor, mi cercanía, con una llamada telefónica, un mensaje, un saludo desde el balcón…

Es un momento difícil, un tiempo de misión, una nueva tierra de misión, donde se te pide que no te detengas en el cansancio, muchas dificultades, miedos, preguntas sin respuesta, sino que seas una presencia silenciosa, a veces invisible, pero una presencia que capte lo positivo y ayude a construir la unidad, la esperanza, la alegría en medio de la humanidad que Dios me confía. Y esto también ha significado e implica levantarse una y otra vez, comenzar de nuevo, verme como nueva, escuchar a Dios y al mundo y sentir que no estoy sola, tengo muchos hermanos y hermanas que están dispuestos a cuestionarse para dar a luz al nuevo Dios en la historia de la humanidad.

Mimmina

 

PINA D.

Desde el 5 de marzo, cuando se declaró el cierre nacional de las escuelas en Italia, he estado viviendo en casa, comprometiéndome y respetando las normas sanitarias y civiles de estos días. Al principio pensé en reunirme con mi familia en Messina, pero ante la duda de ser una portadora asintomática del coronavirus, abandoné inmediatamente esta idea. Mis padres ancianos (papá de 84 años en mayo y mamá de 76) están bien y son “cuidados” por Giuseppe, mi hermano gemelo que vive en la casa de al lado.

Como saben, vivo en alquiler en la pequeña casa de Luciana y Piera (miembros de la ONG Comi): un pequeño edificio con jardín justo fuera de la zona de los muros de San Giovanni In Luterano; además de mí, Luciana y Piera y dos de sus huéspedes en el piso de arriba, en el segundo piso vive una joven familia con dos niños de 6 y 4 años, y a su lado su madre: juntos nos ayudamos con la presencia concreta y la ayuda… animados por los juegos de los dos niños.

Ya al día siguiente del cierre nacional de las escuelas, el Instituto Escolar (Fundación Cristo Rey), incluyendo los plexos de la guardería a las escuelas secundarias, donde trabajo como maestra de cuarto grado, se activó rápidamente: inmediatamente preparamos un Plan de Estudio Extraordinario, programado diariamente a través del registro electrónico; se activaron dos plataformas web, una para la videoconferencia con la clase y las reuniones de profesores, la otra para hacer circular diversos tipos de comunicación entre nosotros los profesores y la coordinación didáctica y entre ésta y la administración de la Fundación de la escuela; cada profesor con cargo de lugar común como yo,  debe coordinar el trabajo de los profesores. de especialistas y mantenerse en contacto con los representantes de las familias de la clase; además de todo esto, la comunicación a través de WhatsApp es obviamente constante y continua. En resumen, un trabajo para descubrir, aprender e inventar que absorbe todo el día: actualmente tengo un horario de 20 horas semanales en videoconferencia con mi clase, luego tiempo para la programación de computadoras y reuniones con los profesores. ¡Nunca pensé que me convertiría en un profesor online de un día para otro y sin aviso!

Obviamente la parte más linda de todo esto son los alumnos: cada mañana de lunes a viernes (y también el miércoles por la tarde de 15 a 17) me conecto con mi clase, prácticamente “abro” la puerta del aula y los niños ya están allí esperándome. Los saludo uno por uno, entro en sus habitaciones, me muestran sus cosas como nunca antes en estos años; las mamás y los papás me hablan brevemente antes o después de clase, me hablan de ellos, me preguntan o simplemente “se asoman” a la pantalla del pc o Smartphone de su hijo para un simple saludo, y con ellos rezo y también comparto no sólo lo que los medios sociales nos han acostumbrado a llamar Educación a Distancia en estos días, sino mi propia vida en estos días de tragedia de coronavirus. La escuela es de enseñanza a distancia, con el contenido cultural de todos los tiempos que debe ser transmitido de una manera nueva, pero es sobre todo una relación educativa y durante 23 días encerrada en casa experimento todo el esfuerzo tanto como la belleza.

De repente, en estos días obligados a no moverse de casa y a renunciar a todo lo que no es esencial para seguir viviendo, he reflexionado sobre la grandeza profética de nuestro CC COMI: que en todas partes (CC 9) estamos llamados a evangelizar, nunca me ha parecido tan claro y evidente; la regla no escribe la regla en un lugar específico, sino en un lugar que hoy actualiza mi ser misionero simplemente aprendiendo a ser maestro de escuela primaria a través de la web, donde los niños, las familias y mis colegas son las personas que tengo la alegría de conocer y amar, a través de un auténtico medio de testimonio evangélico y de manera privilegiada que es la actividad profesional (CC 6) realizada con los más modernos instrumentos telemáticos desconocidos para mí hace 15 días.

Aunque por la noche estoy físicamente cansada, experimento una fuerza nunca antes sentida: ¿es ésta la fuerza y la dimensión profética de la consagración de la que nos habla el CC 5, que nos permite, incluso en un momento tan inédito de la pandemia del coronavirus, comprometernos a construir la sociedad… a nuestra manera, con el Evangelio? ¡Me gustaría averiguarlo contigo!

Pina

 

 

 

ROSALBA R.

En los primeros tiempos del aislamiento tuve que ir a trabajar porque los Dicasterios Vaticanos, al igual que nuestros ministerios, no pueden cerrar pero el  progresivo empeoramiento de la situación ha hecho que a partir de esta semana vaya sólo dos veces por semana y por el resto, trabaje desde casa. No les escondo que el hecho de tener que tomar el subte para ir a trabajar es siempre una fuente de preocupación, y más aún, el hecho de tener que hacer las compras…, nunca hubiera imaginado que debía hacer  dos horas de cola… pero pasando los días un pensamiento me pasó por la cabeza y me está guiando en este momento difícil para todos:  por supuesto que es importante seguir las reglas, quedarse en casa, lavarse las manos, etc. … pero no tienes que vivir todo esto en el miedo sino en el amor, y esto lo tengo que decidir cada mañana cuando me levanto y me enfrento al nuevo día. El momento de oración tan fuerte que nos ha dado el Papa lo confirma, no tenemos que temer nada, todo contribuye al bien de los que aman a Dios.

Y me da mucho consuelo ver que la naturaleza continúa su curso, con la primavera explotando y los árboles florecidos: deberíamos aprender de la naturaleza para comprender que sólo se nos pide vivir la vida con insistencia y darnos cuenta del para qué Dios nos ha llamado a existir.

Ciertamente ya no seremos las mismas personas que antes si podemos captar las enseñanzas que este tiempo nos está dando. Una de las cosas que más me llama la atención, cuando voy a trabajar, es ver la Plaza de San Pedro, normalmente siempre llena de turistas todos los días del año, ahora  se ve completamente vacía, mientras que en el borde de la columnata y a lo largo de las calles adyacentes sólo están los pobres. Antes los pobres nunca habían sido visibles. Creo que Dios nos habla con fuerza en todo esto, es hora de actuar juntos, de vivir la solidaridad, de compartir, de actuar por el bien común.

Rosalba

 

COMI DEL OASI DEL PLATA

Como ya sabrán también en América Latina se ha presentado el COVID 19 y desde el  13 marzo ha comenzado el distanciamiento. En Argentina se está manteniendo todavía la fase 1, mientras que en Uruguay hemos pasado a la Fase 2, con una situación de “casi normalidad”, es decir con el inicio de algunas actividades escolares y comerciales: desde el 19 de junio también con la celebración presencial de la misa.

Como todos ustedes, hemos tenido que cambiar nuestros hábitos de trabajo, de encuentro, de expresión y de cercanía a los demás.  Ha sido un buen entrenamiento para encontrar un equilibrio entre no perder los puntos de fortaleza y adaptarse a las novedades.

Por esto hemos usado todos los medios a disposición para comunicarnos entre todas, realizar nuestro encuentro de Oasis, hasta llegar, gracias a la disponibilidad de nuestros hermanos Oblatos, a realizar el primer retiro del año, conectadas también con Mónica, por medio de video llamada.

Las demás han continuado su trabajo por medio de video llamada con los alumnos y familias, reuniones virtuales de programación etc…

WhatsApp Image 2020-06-18 at 19.23.37El distanciamiento no ha impedido de estar presentes en alguna iniciativa de solidaridad. Así que Verónica e Isabel, han participado del trabajo de la olla popular. ¿De qué se trata? Debido a la falta de entradas económicas, la gente se ha organizado espontáneamente, en diferentes zonas, poniendo en común lo que cada uno tenía a preparare una comida caliente para las familias del Barrio. En esta iniciativa han colaborado parroquias, instituciones y también el estado y otros entes,  con la entrega de canasta de alimentos.

En estas semanas Mónica por, otro lado, está en El Refugio, ocupándose de mantener una presencia en el Centro y sustituyendo a P. Sergio OmI, que ha sido llamado para atender a su mamá muy enferma.

Debido a todo esto, no se ha podido empezar el Proyecto del Comi Ong, a pesar que las voluntarias estarían prontas y deseosas de empezar.

Una vez más hemos aprendido otra lección o mejor dicho, se refuerzan ciertas convicciones. El amor no se para, así como la vida.  El amor genera siempre vida y puede contagiar para dar esperanza, fuerza y sentido a cada pequeño gesto. También hemos aprendido la necesidad del otro, del encuentro que nos anima y sostiene. Ojala que a partir de esta experiencia, podamos renovarnos y saber apreciar y vivir todo aquellos valores que dan a nuestra vida el color y el sabor a la unidad y comunión, a que todos aspiramos, reflejo siempre de la comunión con Dios.

Comi del Plata

 

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *